TEMPRANO, ANTES DE LOS JUICIOS

Con mi alma te he deseado en la noche, y en tanto que me dure el espíritu dentro de mí, madrugaré a buscarte; porque luego que hay juicios tuyos en la tierra, los moradores del mundo aprenden justicia.
— Isaías 26:9 RV60

Hay que estar sordo, ciego o enajenado para no darse cuenta de los juicios que ya están cayendo sobre nuestra nación.  Nada parece detener la ola de violencia, accidentes mortales, reclamos de grandes injusticias y la desestabilización geológica manifestada por medio de temblores de tierra y graves inundaciones.

En la necedad de la mayoría, tomamos más tiempo tratando de explicar los fenómenos, sus causas y consecuencias, que tratar de darnos cuenta de que todo viene en una escalada sin control.

LA ANTICIPACIÓN QUE DIOS ESPERA DE SU PUEBLO

Dios anima a su pueblo diciéndonos que Cristo “se dio a sí mismo por nuestros pecados para librarnos del presente siglo malo (rescatarnos de este mundo de maldad) (Gálatas 1:4).  Esto nos da esperanza, fe y paz frente a la invasión catastrófica de noticias.  Pero también nos advierte diciéndonos: “No imiten las conductas ni las costumbres de este mundo, más bien dejen que Dios los transforme en personas nuevas al cambiarles la manera de pensar…”   (Romanos 12:2 NTV)

Entiéndase bien, se nos llama a estar alertas, controlando lo que pensamos, como única manera de cumplir nuestra función de ser SAL y LUZ.  Que rompamos lo que Cristo mencionó como la peor tragedia: “Y esta condenación se basa en el siguiente hecho: la luz de Dios llegó al mundo, pero la gente amó más la oscuridad que la luz, porque sus acciones eran malvadas”. (Juan 3:19 NTV)

LA NECESIDAD PERMANENTE DE INTERCESORES

“Y busqué entre ellos hombre que hiciese vallado y que se pusiese en la brecha delante de mí, a favor de la tierra…” (Ezequiel 22:30).  Bonito versículo, pero termina diciendo:  pero no lo encontré…

Es urgente “madrugar para buscarle…”.  Siempre he entendido que la razón es anticiparse a los juicios, los dictámenes del Dios Justo, que viene a juzgar, cuando la conducta de la nación se vuelve insoportable a sus ojos.  Entonces, quita la protección, el escudo, el control de la gracia de Dios, y el hombre queda a merced de las consecuencias. Por eso el profeta dice que: “luego que hay juicios tuyos en la tierra, los moradores del mundo aprenden”...

Dios está buscando alguien que cierre la herida, nuestra vulnerabilidad, que ponga un puente para la continuación de la gracia y la misericordia.  Nuestra oración puede cambiar a los gobernantes, puede traer convicción de pecado, puede desatar hambre de Dios, puede traer un avivamiento.  Hay que gemir, conscientes de la destrucción de los fundamentos morales y espirituales de nuestra nación, del ataque a la familia, de la destrucción de la naturaleza, del avance de la pobreza y el desamparo, de la injusticia y de la corrupción.  No para quejarnos diciendo lo que Dios ya sabe, sino plantándonos a favor de los que no merecen más que juicio y destrucción, pero obedientes al Dios de amor, que quiere restaurar, porque no quiere nuestra muerte…

¿Quiero yo la muerte del impío? dice Jehová el Señor. ¿No vivirá, si se apartare de sus caminos? Eze 18:23 

LA ESPERANZA DE LOS QUE CLAMAN

¿Y acaso Dios no hará justicia a sus escogidos, que claman a él día y noche? ¿Se tardará en responderles? (Lucas 18:7)

Nuestra intercesión no será con dudas, ni con juicios preconcebidos, ni con pecado en el corazón.  Será insistente, sabiendo que Dios nos oirá, porque: “Claman los justos, y Jehová oye, y los libra de todas sus angustias.”  (Salmos 34:17)

Rev. Jorge Echazábal