HERIDOS PARA CONSOLAR

La “experiencia en quebrantos” de Cristo, el “Varón de dolores” nos ha dado consuelo para nuestros dolores. El es un sumo sacerdote que se compadece de nosotros porque comprende nuestras debilidades por experiencia propia sin llegar a pecar. Y ha abierto un camino de consolación hacia el trono de la gracia donde podemos hallar “el oportuno socorro”. Pero toda ésta consolación tiene el objetivo de ser transmitida a un mundo grandemente herido.

Jesucristo… nos consuela en todas nuestras tribulaciones para que podamos también nosotros consolar a los que están en cualquier tribulación, por medio de la consolación con que nosotros somos consolados por Dios.
—   2 Corintios 1:4

Muchos a nuestro alrededor sufren sin encontrar consuelo a sus situaciones. Lloran de dolor por las heridas de la vida de la misma manera como lo hacíamos nosotros. “Pero Dios, que es rico en misericordia, con el grande amor con que nos amo…” nos ha dado tal consuelo que nos ha colocado en una posición superior de gracia, el ministerio de la reconciliación. 

Sufrimos para que ustedes puedan ser consolados y reciban la salvación. Dios nos ayuda para que nosotros podamos consolarlos a ustedes. Así ustedes podrán soportar con paciencia las dificultades y sufrimientos que también nosotros afrontamos.
— 2 Corintios 1:6

Es hora de encontrar el sentido a cada experiencia negativa. Son el instrumento que Dios espera usar para traer consolación a las naciones. Muchas veces irá andando y llorando el que lleva la preciosa semilla, pero siempre volverá con regocijo trayendo los frutos de su consolación.

Tenemos la oportunidad de hacer un inventario de nuestras heridas para llevarlas al trono de la gracia y regresar con ellas como instrumentos de consolación.

A lo largo de su vida, el apóstol Pablo mostró una determinación especial en función de su amor por Dios y por los hermanos. Aprendió en carne propia cuanto debía sufrir por el evangelio. Sin embargo entendió que éste sufrimiento tenía un propósito eterno. Ser un instrumento escogido para dar a conocer el nombre de Cristo.  Las heridas en su carrera dejaron visibles marcas en su cuerpo sin embargo, eran para él cómo grandes galardones a los cuales llamaba “las marcas de Cristo”. Historias de experiencias negativas que ahora podía contar a otros, no como un fracaso sino como muestras de la Gracia de Dios en su vida.  Su convicción era tan radical, que incluso llegó a decir cosas cómo:

…aunque sea derramado en libación sobre el sacrificio y servicio de vuestra fe, me gozo y regocijo con todos vosotros.
— Filipenses 2:17
…con el mayor placer gastaré lo mío, y aun yo mismo me gastaré del todo por amor de vuestras almas, aunque amándoos más, sea amado menos.
— 2 Corintios 12:15

Con los años había entendido que sus heridas del ministerio producían, de  alguna manera, un beneficio a otros! La iglesia es testigo del beneficio que produjeron!

Hoy, igual que el Apóstol somos invitados a enfrentar al dolor de las heridas para preguntar. Tendrás un propósito en el reino de Dios? Traerás algún beneficio para alguien en el futuro?