ESPERANZA QUE TRASCIENDE

Todo lo hizo hermoso en su tiempo; y ha puesto eternidad en el corazón de ellos, sin que alcance el hombre a entender la obra que ha hecho Dios desde el principio hasta el fin.
— Eclesiastés 3:11

Nuestro Dios es eterno, el Alfa y la Omega, el principio y el fin, la Biblia prorrumpe ¡Él es el mismo ayer, hoy y por los siglos!, en Él no hay mudanza ni sombra de variación, su permanencia e inmutabilidad alteran la línea del tiempo y, en un salto vertiginoso a través de las edades, exhala el aliento de su naturaleza eterna en nosotros, impregnando en lo más íntimo de nuestro ser... trascendencia.

Trascender es cruzar las fronteras de lo natural, es desafiar los límites conocidos, es ingresar en una dimensión diferente a la acostumbrada.

En el corazón del hombre está impreso el legado de la eternidad divina otrora arrebatado por el pecado. Así el hombre, por instinto, se aferra a la vida, teme a la muerte y emprende su obra bajo el cielo con la esperanza de no caer en el olvido. Trabajamos, construimos, nos relacionamos y formamos familia, con la esperanza de que nuestra vida tenga sentido y trascienda, sin embargo, bien dijo el apóstol “toda carne es como hierba, y toda la gloria del hombre como flor de la hierba. La hierba se seca, y la flor se cae; más la palabra del Señor permanece para siempre”.

Nuestra existencia no tendría sentido sin una esperanza que trasciende:

Lo racional

la palabra de la cruz es locura a los que se pierden; pero a los que se salvan, esto es, a nosotros, es poder de Dios.
— 1 Corintios 1:18

Lo natural

el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente. En cambio, el espiritual juzga todas las cosas; pero él no es juzgado de nadie.
— 1 Corintios 2:14-15

La muerte

Bendito el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que según su grande misericordia nos hizo renacerpara una esperanza viva, por la resurrección de Jesucristo de los muertos
— 1 Pedro 1:3

Al recibir y creer la palabra del Evangelio, nuestro ADN recuperó la eternidad, el Espíritu nos fue dado como garantía de un legado que trasciende el ayer, el hoy y el mañana, se nos ha dado una esperanza que trasciende idiomas, culturas, fronteras, generaciones, aún nuestra humanidad y limitaciones, para ser portadores y diseminadores de esa misma y única esperanza, capaz de purificar el alma, inspirar al amor, alumbrar la más densa oscuridad y traer libertad. ¡Cristo en nosotros, la esperanza de gloria!

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