Dios Cercano
Lucas 5:13 Entonces, extendiendo él la mano, le tocó…
Muchas personas en el mundo, de una manera u otra reconocen que hay un Dios. La lucha que muchos tienen es con la pregunta ¿Qué tiene que ver este Dios conmigo? ¿Dónde está cuando realmente lo necesito? Incluso quienes confesamos tener una relación personal con Dios, en ocasiones decimos sentir a Dios distante. Como si estuviera lejos, inalcanzable.
En 1 Timoteo 6:16 se describe a Dios como “el único que tiene inmortalidad, que habita en luz inaccesible; a quien ninguno de los hombres ha visto ni puede ver…” una imagen sublime de Dios, pero que a veces parece muy lejana. Muchos pasajes del antiguo testamento hablan de Dios en esos términos.
Sin embargo, esta perspectiva no le hace justicia al Dios revelado en la totalidad de las escrituras. Desde el principio, la intensión de Dios ha sido estar cerca. Él se paseaba por el huerto del Edén para estar con Adán y con Eva en una hermosa relación de cercana amistad. Hasta que entró el pecado a la humanidad. Fue esta tragedia la que hizo que el hombre y la mujer se escondieran de Dios entre los arbustos intentando cubrir su desnudez. Desde ese momento fue cuando la relación entre Dios y los hombres fue quebrantada. Dios ha intentado restaurarla llamando al hombre a su encuentro mientras el hombre continúa escondiéndose entre los arbustos.
El deseo de Dios de estar cerca del hombre llegó a tal punto, que decidió reducir toda distancia, viniendo El hasta donde estamos nosotros. (Lo contrario era imposible por las consecuencias del pecado) Juan describe el momento diciendo “Entonces la Palabra se hizo hombre y vino a vivir entre nosotros. Estaba lleno de amor inagotable y fidelidad.”
Es Jesus la mejor demostración del anhelo de Dios de relacionarse íntimamente con cada uno de nosotros como al principio. A través de su muerte resolvió el grave problema del pecado y quitó todo obstáculo que le impedía al hombre regresar a Dios. Las interacciones de Jesús con la humanidad durante su vida muestran a un Dios que no tiene reparo en buscarnos no importa nuestra condición.
El hombre enfermo de Lepra de la narración de Lucas en su evangelio descubrió que no hay tal distancia entre Dios y nosotros. A pesar de que su enfermedad le impedía estar cerca de cualquier persona, se atrevió a ir a Jesús diciéndole: “Señor, si quieres, puedes limpiarme”. Un hombre en su condición y cultura tenía prohibido procurar contacto con cualquier otra persona. Los leprosos eran enviados a las afueras de las ciudades para mantener la enfermedad aislada. La lepra (símbolo del pecado) es una enfermedad altamente contagiosa y muy desagradable. Sin embargo, Jesus; nuestro Dios cercano “… extendiendo la mano, le tocó, diciendo: Quiero; sé limpio. Y al instante la lepra se fue de él.”
El pecado que nos alejaba de Dios ya no es un impedimento para que vuelvas en amistad con El. ¡Ya fue vencido en la cruz del Calvario! Sólo basta una decisión. Él ha hecho todo lo necesario para acercarse a ti sin importar lo desagradable u oscura que sea tu condición. Ya no tienes por qué seguir escondiéndote entre los arbustos. Él está muy cerca. A la distancia de un toque.