Las Buenas Nuevas. Poder de Dios en acción para salvar.

Pues no me avergüenzo de la Buena Noticia acerca de Cristo, porque es poder de Dios en acción para salvar a todos los que creen... Romanos 1:16 NTV

Una de las confusiones más comunes en nuestro entorno pentecostal es la de creer que el Espíritu Santo es un/el poder. Esta definición es superficial porque el Espíritu Santo es Dios. Cuando leemos el libro de los Hechos se dice que el Espíritu Santo es la promesa del Padre. Un Consolador que nos guiará a toda verdad. Uno que habla en su nombre, y que nos mantiene conectados con la atmosfera de la comunión divina.

Al ser sumergidos en el Espíritu y en la comunión con El, indudablemente recibiremos poder de lo alto. Pero ¿qué es el Poder que acompaña el bautismo en el Espíritu Santo?

Romanos 1:16 nos aclara que El poder es el Evangelio, es el mensaje de la buena noticia del reino. Este poder tiene el propósito esencial de producir salvación. Este evangelio es el mismo mensaje que nosotros predicamos acerca de la fe… es un mensaje creído en el corazón y declarado con la boca que lleva a salvación (Romanos 10:8-10).

Existen varios ejemplos en la Biblia de éste poder de Dios en acción. El llamamiento a Natanael no parece haber incluido un gran contenido “evangelístico” sin embargo las palabras de Jesús tenían tal poder, que llegaron al punto de lograr que Natanael reconociera a Jesús como hijo de Dios.

Una breve charla con la mujer Samaritana sobre agua y adoración no solo llevaron a esta mujer recibir la revelación del Mesías, sino que la condujeron a una transformación evidente frente a quienes la conocían. De igual manera Zaqueo experimentó el poder transformador del Evangelio con una invitación a comer que termino en salvación para él y su casa.

No fue sólo en el modelo de Jesús. Pedro el día de pentecostés disertó un sermón saturado de poder. Y tres mil o más personas recibieron salvación. Esteban hablaba con tal poder que activaron el proceso de salvación en la vida de Saulo el perseguidor.

Definitivamente hubo experiencias portentosas de sanidad y liberación que, junto al mensaje del evangelio, condujeron a diferentes personas de la narración bíblica a salvación. Sin embargo, resaltan estas experiencias donde el mensaje se constituyó en el único elemento de transformación.

¿Cómo ocurrió con cada uno de nosotros?  Si nos esforzamos de seguro podremos recordar el momento en el cual el poder del Evangelio hizo “clic” y activó salvación en nuestras vidas. ¿Estará aún disponible ese poder en nosotros para brindar a otros la misma oportunidad?

El Evangelio como poder de Dios no llega sólo, viene de lo alto. Es producto de la llenura del Espíritu Santo en nuestras vidas. Es parte de la promesa del padre para sus discípulos. Por eso, en sus instrucciones Jesus les dijo “no se vayan de Jerusalén hasta que lo reciban” Ser sumergido en el Espíritu es requisito para cumplir la misión redentora de Dios hacia las naciones.

La experiencia Pentecostal del bautismo en el Espíritu Santo es más que una señal sobrenatural de fuego y lenguas. Es el acompañamiento indispensable para compartir un mensaje que es Poder para Salvación en sí mismo