LUZ PARA LOS QUE HABITAN EN TINIEBLAS

“Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, con que nos visitó desde lo alto la aurora, Para dar luz a los que habitan en tinieblas y en sombra de muerte; para encaminar nuestros pies por camino de paz.” Lucas 1:78-79

 

No hay esperanza más grande que hallar luz en medio de las tinieblas. En muchos aspectos de nuestra naturaleza somos guiados por la luz. Piense en la paz que proporciona en diferentes formas de oscuridad natural, ver una luz por pequeña que ésta sea. Figurativamente la luz representa “solución” “destino” y “nuevos comienzos”.   Si es así en el aspecto humano cuanto más lo es en el aspecto espiritual.

En contraposición, las tinieblas representan el desorden, estar perdidos, el pecado, e incluso la muerte. Mateo, haciendo referencia a Isaías, define a la humanidad como: “El pueblo asentado en tinieblas… Y a los asentados en región de sombra de muerte...”. Estas tinieblas son precisamente el gobierno de este siglo contra el cual estamos en permanente lucha.

Una recurrente imagen del nacimiento de Jesús es la de “La Luz”. Algunos pasajes lo presentan como la aurora, o la manifestación de la luz.  El evangelista Juan dice: “Aquella luz verdadera, que alumbra a todo hombre, venía a este mundo.”

La celebración del nacimiento de Jesús nos recuerda que: “La luz en las tinieblas resplandece, y las tinieblas no prevalecieron contra ella.” La llegada de Jesús al mundo instauró el reino de la luz. Y esta luz lo cambia todo. Es transformadora. Más radiante que el sol del medio día, La Luz irrumpe en cualquier oscuridad del alma para revelar a la persona de Cristo. Todo aquel que ha recibido a Cristo como Señor y Salvador ha sido transformado por esta Luz. “Porque Dios, que mandó que de las tinieblas resplandeciese la luz, es el que resplandeció en nuestros corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo.”2 Corintios 4:6

La Navidad es, en palabras de Simeón “luz para revelación a las naciones”. Es la esperanza de un mejor destino para esta humanidad. Y esta esperanza reside en nosotros, los hijos de luz. En Cristo, somos la luz de este mundo. Somos encomendados a anunciar las virtudes de aquel que nos llamó de las tinieblas a su luz admirable. Brillemos en medio de un mundo sumergido en permanente oscuridad ofreciendo la buena noticia de que ya ha amanecido. Muchos de nuestros seres queridos que engañosamente subsisten amparados por una luz artificial necesitan ser afectados por la Luz verdadera. Muchas cosas oscuras y dañinas serán puestas en evidencia al resplandor de esta luz. La mayor de ellas, la realidad de su profunda necesidad de Dios. ¡Ábreles los ojos, que puedan ver la salvación prometida!”

1 Juan 2:8 dice: “…porque las tinieblas van pasando, y la luz verdadera ya alumbra.” Por encima de regalos, arbolitos o una buena cena, La Navidad representa el advenimiento de la Luz verdadera y la esperanza de la redención de nuestros pecados. Celebremos como es digno de los Hijos de Luz.

Jorge Echazabal