INVITADOS A SER DISCÍPULOS MISIONALES

“Y confío en que mi vida dará honor a Cristo, sea que yo viva o muera. (Filipenses 1:20)”

Nuestra iglesia ha sido invitada a unirnos a lo que Dios ya está haciendo en el mundo. Su iniciativa soberana nos ha llevado participar en su único plan estratégico. “Que sus seguidores declaren su gloria, en amor abnegado, y así atraigan a muchos de cada pueblo para que le sirvan por decisión voluntaria” en otras palabras hacer discípulos a nuestra gente y a las naciones.

Con su invitación hemos recibido la hermosa oportunidad de conectarnos con diferentes esfuerzos que, al igual que nosotros quieren ver la gloria de Dios manifestada en las naciones. Hemos podido colaborar con las organizaciones de ayuda al migrante que sirven a quienes transitan por nuestro país. Con proyectos de dialogo por la traducción bíblica, etnias locales, equipos que trabajan entre los no alcanzados, redes de colaboración misional, esfuerzos de capacitación misionera local e internacional, cuidado integral de los misioneros, atención a los chicos de “tercera cultura”, en la movilización de la iglesia local por el envío de misioneros al mundo, en fin; con los distintos “rostros” de la misión de Dios. Muchas de éstas conexiones superan nuestra capacidad de apoyo, pero nos hemos mantenido allí como “Saúl entre el equipaje” para poder ser más conscientes de lo que Dios está haciendo y de la urgencia que hay de seguir proclamando su nombre hasta lo último de la tierra. 

Y nos sigue invitando a más:  A que nos sumerjamos más profundo en su misión. No solo de forma corporativa sino de forma personal. El quiere que cada miembro del Shaddai se suscriba al selecto equipo de discípulos misionales, aquellos que ven la misión de Dios, no como una actividad o departamento de la iglesia sino como el ADN que nos identifica. Los discípulos misionales son personas ordinarias “para quienes la causa global de Cristo se ha convertido en un enfoque integrador entre lo que son y lo que hacen.” Son aquellos que a través del Espíritu Santo, como poder que capacita para la misión, se atreven a proclamar el Evangelio con una cosmoviión GLOCAL hasta lo último de la tierra sin importar el costo.

Esta invitación muchas veces nos llevará a conocer cuanto nos es necesario padecer por su nombre. Pero también nos dará el regocijo de ver nuestros sueños en Dios cumplidos.

Es una invitación a un estilo de vida intencional, donde ponemos al servicio de Dios todos nuestros dones habilidades y talentos, no para levantar nuestra propia bandera ni la bandera de nuestra iglesia sino la bandera de Jesucristo.

El Dios de la invitación nos dice: “Yo conozco tus obras; he aquí, he puesto delante de ti una puerta abierta, la cual nadie puede cerrar; porque, aunque tienes poca fuerza, has guardado mi palabra, y no has negado mi nombre… He aquí, yo vengo pronto; retén lo que tienes, para que ninguno tome tu corona” Apocalipsis 3:8,11