El Mayor Regalo
Porque un niño nos es nacido, un hijo nos ha sido dado… - Isaías 9:6 -
Llega el mes de diciembre: el mes de la Navidad. Nuestra mente se ajusta al concepto de finalizar un periodo y nos organizamos con las fiestas de fin de año. En Panamá iniciamos con la celebración del día de las madres, luego reuniones familiares, laborales, de amistades y la Navidad. Un elemento común de muchas de estas reuniones son los regalos ya que se les regala a las madres, se hacen intercambios de regalos, se regala a los niños y familiares en Navidad. El origen de esta costumbre de dar regalos lo relacionan con las historias de tradiciones muy antiguas, de San Nicolás o con los regalos que trajeron los sabios de oriente.
Fuertes corrientes convierten la Navidad en historias de Santa Claus, renos, arbolitos y luces, pero nosotros como creyentes debemos enfatizar que la Navidad (“nacimiento”) celebra el mayor regalo de Dios entregado por amor. Jesús, “Emanuel” (Dios con nosotros), dado a cada uno de nosotros, transformó totalmente la humanidad al nacer, dándonos una oportunidad que no existía antes. “Por cuanto todos pecamos, estábamos destituidos de la gloria de Dios”, pero Jesús trajo consigo salvación y pertenencia a la familia de Dios. Recordamos el gran regalo del niño que nació en Belén, pero experimentamos la transformación que El produce día a día y hasta la eternidad.
Apreciemos las escenas alrededor del nacimiento de Jesús, y las primeras pinceladas de oportunidades que tenemos ahora en Él.
Los pastores: Humildes, trabajadores recibieron la visita celestial de la gloria de Dios y del ángel mensajero, con las gozosas noticias: ¡Nació el Salvador!!! Ellos confirmaron que el mensaje del cielo era verdadero. Terminaron glorificando a Dios por lo que habían visto y oído. Todavía hoy Dios envía mensajeros para comunicar esas buenas noticias. Todos tienen la oportunidad de creer el mensaje y experimentar a Jesús. La transformación que Jesús genera en nuestras vidas nos da razones para seguir glorificando a Dios.
El pesebre: El Rey, el Salvador, Dios con nosotros, vendría a este mundo. Ni el mejor de los palacios sería suficiente para hospedarlo. Pero Dios quiso que el nacimiento de Jesús fuera en un lugar tan inadecuado como un pesebre el cual, con la presencia de Jesús, se tornó en un lugar de adoración. Así es en nuestra vida, no hay nadie suficientemente adecuado para recibir a Cristo, pero, aun así, El decide entrar en nuestro corazón y transformarlo, para que anuncie: “las virtudes de aquel que nos llamó de las tinieblas a su luz admirable”.
Los sabios de oriente: Para llegar hasta Jerusalén y presentarse ante Herodes, estos “magos” o sabios de oriente, por los regalos que le trajeron al “rey de los judíos”, tenían que poseer grandes riquezas. Pero llama mucho la atención que, sin ser israelitas, ellos recibieran de Dios la revelación de tan grande evento y su guía a través de la estrella para encontrar a Jesús y “adorarlo”. Todavía hoy Dios visita hasta a los que parecen más “lejanos” y se les revela. Sobre todo, nos usa a cada uno de nosotros, la iglesia, para guiarlos hacia el Salvador.
De cualquier raza, nivel social o económico, personas con corazones imperfectos tienen cada día la oportunidad de una Navidad, de tener en sus vidas el nacimiento de Jesús, el mayor regalo de Dios. Con ello también, la transformación de nuestras vidas cotidianas y nuestro destino eterno. Lo mejor es que este maravilloso regalo podemos, o más bien debemos, compartirlo con todos.