NECESITANDO VOZ DE DIOS
Existe una iglesia universal, compuesta por los nacidos de nuevo, a quienes Dios llamó para salvación, que recibieron en su interior ese llamado que los transformó y los hizo convertirse en hijos de Dios.
Esta iglesia universal no tiene apellido de denominación, ni nacionalidad específica, ni está identificada con ningún tipo de gobierno o ideología. Es el cuerpo de Cristo. El Espíritu Santo es su guía y consejero y además el ente que le da vida y la sostiene. Los individuos que la componen están conectados por esta relación que nace de la adopción por el Creador, que se convierte en su Padre cuando estos individuos reciben por la fe a Jesucristo como su Señor y Salvador. El Espíritu Santo convierte a cada uno de estos “hijos de Dios” en santuarios, donde su presencia ejerce una poderosa influencia transformadora llevándolos a vivir un nuevo estilo de vida. También los empodera de autoridad y por medio de la impartición de capacidades como regalos o dones. Este poder diversificado los habilita para actuar en este mundo como representantes de Dios para extender su Reino. Pueden ofrecer a cada ser humano una invitación al arrepentimiento, perdón, limpieza, reconciliación y el otorgamiento de la vida eterna y una entrada a una nueva vida transformada, espiritual, que llamamos salvación.
La Iglesia, por ser una entidad social y espiritual, convive con el resto del mundo, sometida a los vaivenes de la historia. Como dijo Cristo, que “Dios hace llover sobre justos e injustos”.
Desde el Jardín del Edén ha habido una característica especial en el hombre, podía oír la voz de Dios, y esa voz ha sido guía y constructora de su supervivencia. Los que no conocen a Dios, no pueden oír su voz, como dijo el Faraón de Egipto: “… ¿Quién es Jehová, para que yo oiga su voz y deje ir a Israel? Yo no conozco a Jehová, ni tampoco dejaré ir a Israel. Éxodo 5:2
El “silencio de Dios” puede ser un gran desastre, y su voz oída, pero no atendida, creo que es una tragedia. Dios alega: “… «Cuando oigan hoy su voz, no endurezcan el corazón como lo hicieron los israelitas cuando se rebelaron, aquel día que me pusieron a prueba en el desierto… …Por eso, me enojé con ellos y dije: “Su corazón siempre se aleja de mí. Rehúsan hacer lo que les digo”. (Hebreos 3:7-11 NTV).
Pero al inaugurarse el período de la Gracia con el advenimiento del mesías Jesucristo, se oye la última voz profética del Antiguo Testamento y la primera del Nuevo Testamento que dice: «Es una voz que clama en el desierto: “¡Preparen el camino para la venida del SEÑOR! ¡Ábranle camino!”». (Mateo 3:3 NTV) Otra vez, su voz se hace oír para dar oportunidad al hombre.
Hoy necesitamos Su Voz. Este evento global que ha removido los cimientos de tantas áreas de la convivencia humana y aún ha afectado el normal funcionamiento de la Iglesia de Jesucristo, no necesita de interpretaciones, vaticinios y sospechas de conspiraciones. Necesita una Voz y esa Voz se oirá… Pero necesitaremos corazones que no se endurezcan, sino que sean sensibles a hacer la voluntad divina en lo personal, o como iglesia local o como cuerpo universal de Cristo. Esperemos y oremos por esa voz… sensibilízanos, Señor. El hablará y todo encontrará su orden o su curso, el orden de Dios.