¿NUEVA NORMALIDAD O NUEVO DESAFÍO?
La Biblia nos enseña lo siguiente:
Conocemos bien este pasaje. El hace que todo opere para el bien de los que le aman, incluso una pandemia mundial. Espero que usted lo crea.
En el Reino de Dios, hasta “el morir es ganancia” (Fil. 1:21) y hay enfermedades que, sin son vistas apropiadamente, contribuyen a que podamos ver el poder de Dios perfeccionado a favor de nuestras vidas en el momento en que nos sintamos más impotentes por ellas. Pablo habló de un malestar físico que él personalmente estaba sufriendo, una especie de “aguijón en su carne” (2 Co. 12:8-9), por lo cual Dios no le quiso dar razón. Pero después de insistir en oración, el Señor finalmente le explicó que ese problema estaba allí para que el descubriera el poder que emanaba de su gracia infinita. Así que el gran apóstol concluyó que hasta le convenía sentirse orgulloso de esa debilidad. De esta manera Dios se sentiría animado de mostrarle el poder de Cristo… Maravillosa paradoja.
TODAS LAS COSAS, por oscuras, traicioneras, crueles, debilitantes, traerán total confusión a los que están alejados de su trato amoroso, pero para sus hijos, que amamos y tememos a nuestro Padre Amante, y en los cuales Dios tiene planes y propósitos definidos, EL HARÁ QUE SE CONVIERTAN EN GANANCIA, EN BIEN. Torcerá todo plan malévolo, desviará toda ejecución perniciosa, para convertirla en un escenario agradable y de gran victoria.
La pregunta que cabe ahora es: ¿Cómo esta tragedia, que ha caído sobre justos e injustos va a traer ganancia o se va a tornar para bien para la Iglesia?
Más de dos meses de gran tensión y de suspensión de las principales actividades normales de la obra de Dios sin duda han contribuido a grandes cambios en la vida espiritual, perfeccionando la comunión personal con Dios, la unidad del pueblo y la recuperación de valores fundamentales que habíamos perdido o que estaban muy disminuidos. Recibimos la llamada de atención del Espíritu Santo sobre la necesidad de recuperar la pasión por las almas y de arrepentirnos por estilos de vida que reñían con lo esperado de los llamados a ser nación santa y real sacerdocio.
El Espíritu Santo está sobre nosotros, y su unción sobre nuestras vidas deben reflejar las palabras de Cristo: El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; a pregonar libertad a los cautivos, y vista a los ciegos; a poner en libertad a los oprimidos; a predicar el año agradable del Señor. Lucas 4:18-19
Aquí está el PROPOSITO por el cual Dios cambiará todo para bien: Personas deprimidas por el confinamiento prolongado, el luto, el desempleo, el miedo al contagio y la opresión por las medidas restrictivas producen estadísticas de suicidio, violencia intrafamiliar, enfermedades mentales, y un vacío existencialista que sólo Dios puede llenar. Es la hora de los creyentes para salir a sanar, consolar, a llevar un anuncio de libertad y paz anunciándoles a todos que el “año agradable del Señor” ha llegado para ellos, un mejor tiempo, un tiempo de refrigerio. Dios nos “ungirá” o sea, nos capacitará para ello. Superaremos el miedo y cumpliremos nuestra misión.
Rechazamos el sombrío emblema que el mundo ha levantado, mal llamado: “Nueva Normalidad”. La luz al final del oscuro túnel en que hemos caminado nos revelará aquello que Dios estaba gestando mientras estábamos confinados… que la “normalidad según Dios”, es que levantemos nuestras cabezas, pues nuestra redención se está acercando, que caminemos hacia UN NUEVO Y FINAL DESAFÍO: “Pues antes del fin, el evangelio tiene que anunciarse a todas las naciones. Marcos 13:10 DHH