MINISTERIO FIEL HOY

Así que, lejos sea de mí que peque yo contra Jehová cesando de rogar por vosotros.
— 1 Samuel 12:23

El mundo ya ha cambiado con la pandemia mundial.  Los cambios se vienen dando en toda área de la existencia humana: en lo social, en lo económico, en lo político, en lo ambiental; pues hasta la creación misma ha encontrado un respiro en la atmósfera, en las aguas de los ríos y mares.  Con los cielos libres de contaminación, a los pocos días se nota una reducción en la contaminación, cosa que ya está siendo observada desde los satélites.

Los crecientes decesos de miles de víctimas de la peste Covid19 han trastocado profundamente los cimientos de la convivencia humana afectando costumbres, actividades y estilos de vida.  La cuarentena mundial a que hemos sido sometidos crea temores, incertidumbres y reacciones en la conducta de diversos tipos.

La Iglesia Cristiana, llamada “columna y baluarte de la verdad”, y sus miembros, consignados como “sal y luz para este mundo”, un pueblo adquirido por Dios de toda lengua, tribu y nación para dar a conocer sus virtudes, no puede menos que reflexionar en el significado de este portento ocurrido a nivel mundial, una catástrofe que cada día sigue diezmando la población en proporciones aterradoras.

En el año del MINISTERIO FIEL, siendo llamados desde temprano en 2020 para buscar “SINCRONÍA” con su Espíritu, y y alertados fuertemente a despertar y estar atentos al pronto regreso de Jesucristo.  El Centro Evangelístico y Misionero El Shaddai, nuestra familia espiritual, nuestra iglesia local, el “cuerpo de Cristo”, no puede menos que considerar con urgencia aspectos muy importantes de nuestra existencia y devenir como creyentes y como discípulos del Maestro.

El Espíritu Santo, aparte de empujarnos a la necesidad de una coexistencia diferente entre los cristianos por causa de las leyes y decretos de “distanciamiento social” que ordenan la prudencia necesaria y obligatoria para evitar los contagios, nos viene mostrando grandes lecciones:

La necesidad de volver a la vida devocional diaria.  El confinamiento obligatorio ha incentivado la oración personal y comunitaria, el fortalecimiento del altar familiar, la activación de los ayunos, vigilias y búsquedas intensas de la comunión con Dios, pidiendo su auxilio, su presencia y llevándonos con urgencia a interceder por las naciones, por nuestro país, por nosotros mismos.

La necesidad de encontrar vías para continuar la vida cristiana y eclesiástica.  Rápidamente, muchos hemos encontrado en la tecnología de las comunicaciones fórmulas para atender las necesidades de la koinonía aunque sea por medios virtuales, despertando a la necesidad de una unidad de calidad, tal como Cristo siempre lo ha deseado, a pesar del alejamiento físico.

La necesidad de despertar la sensibilidad de nuestro espíritu a la “realidad según Dios”.  Dios quiere que nos arrepintamos de nuestras liviandades, mundanalidades y pecados, diciéndonos: “si se humillare mi pueblo… y se arrepintiere de sus malos caminos”.  Nos invita a ser sensibles a su voz y a sus señales de juicio sobre la humanidad, incluyendo a los creyentes.  Experimentar como una dolorosa y compungida realidad el proceso de CONFESIÓN, ARREPENTIMIENTO, HUMILLACIÓN hasta ver activarse el perdón de nuestro Padre.  Entonces…, y solo entonces, EL SANARÁ LA TIERRA Y NOS PERDONARÁ NUESTROS PECADOS.  Y, por último… al regreso de esta larga y dolorosa prueba…

La necesidad de un avivamiento, un despertar de pasión por las almas.  Dios quiere que “alcemos la mirada,  pues los campos están listos para la cosecha”.  Dios nos quiere llevar a construir una nueva generación de creyentes, una iglesia transformada y consciente del dolor humano y de la urgencia de salir a la conquista de las almas por medio de la predicación del Evangelio, la oferta de la restauración de la relación del DIOS DE AMOR con el mundo perdido.

En el RETIRO DE VERANO aprendimos la gran lección acerca del ministerio fiel.  Que no se trata de lo mucho que hacemos, sino de quienes somos para Dios y para este mundo.  LEJOS ESTÉ DE NOSOTROS… dejar de cumplir la misión, el propósito, la senda que Dios había planeado al salvarnos y traernos DE LAS TINIEBLAS A SU LUZ ADMIRABLE.

Rev. Jorge Echazábal