ENVIADOS PARA PERSUADIR
Se trata de pedirle al Espíritu Santo que nos ayude a despertar, si esto es lo que se necesita.
En México sucedió un fenómeno digo yo, sicosocial – sociológico que mantiene con la boca abierta a millones de observadores. Un país de grandes desigualdades sociales e injusticias. La ciudad capital, como cualquier capital, y esa ciudad, que es una de las más congestionadas y de aire más contaminado del mundo. El egoísmo natural y la insensibilidad propias del afán de sus pobladores. Nadie está para detenerse para ver ninguna necesidad. De repente la tragedia de un terremoto. Gente que no fue a casa a cambiarse para ayudar. Así mismo, con sus corbatas y uniformes de sus profesiones, de restaurantes, de hospitales, de bancos, casi sin comunicarse mucho entre ellos, formando filas para sacar escombros, para llevar comida y agua a los que trabajaban en salvamento o restaurantes entregando porciones de agua y alimentos gratis. Miles de personas unidos por una especie de magia o milagro con el solo pensamiento de ser parte de los que resuelven y no parte del problema. Todavía, varios días después, y ahora mejor organizados, sin una planeación estratégica anticipada hacen desaparecer las marcadas clases sociales, ni empleados ni jefes, un solo lenguaje, una sola actitud: ayudar, facilitar el auxilio, proveer para toda necesidad, esforzarse sin desmayar por salvar una vida.
¿Qué necesitamos para ver al prójimo como bajo un escombro que lo llevará al infierno?
¿Cómo se cambian nuestras prioridades a su justa expresión para dar paso a considerar urgente proveer más que agua y alimento para el cuerpo, sino un gesto, una palabra persuasiva para hacer sobrevivir el alma y el espíritu de la gente a la vida eterna?
¿Cómo no darnos un aliento, un grito nacionalista como ¡México fuerza! para unirnos y dar voces en nuestro país? ¡Panamá para Cristo! Y hacer lo que hicimos un tiempo atrás en la Gran Estación, hablando a gente de espalda, esperando un bus… pero con la esperanza de que alguno leería el tratado o haría la oración de entrega a Cristo.
Todavía está vigente la llamada del cielo: “¿A quién enviaré, y quién irá por nosotros?”
Y todavía es permitida la respuesta de Isaías: “Heme aquí, envíame a mí.” Isaías 6:8
Dios sigue buscando un hombre… o una mujer… "que se ponga en la brecha delante de Él, a favor de la tierra…” Ezequiel 22:30Alguien que diga como Pablo: “ay de mi si no anunciare el evangelio” I Corintios 9:16