Encarnación: El mensaje clave de la Navidad
Y la Palabra se hizo carne, y habitó entre nosotros, y vimos su gloria (la gloria que corresponde al unigénito del Padre), llena de gracia y de verdad. Juan 1:14 RVC
Entonces la Palabra se hizo hombre y vino a vivir entre nosotros. Estaba lleno de fidelidad y amor inagotable. Y hemos visto su gloria, la gloria del único Hijo del Padre. Juan 1:14 NTV
Encarnación.
Si Dios quería restaurar la comunión perdida de la humanidad por causa del pecado, tenía que ser por medio de Emanuel (Dios con nosotros) pero, sobre todo, por medio del Hijo del Hombre, Jesús, el Ser divino humanizado, encarnado, viviendo su deidad 100% pero también la humanidad 100%.
Celebramos la Navidad.
Será importante considerar y festejar el gran evento de, “el niño que nos ha nacido”. Pero Él no se quedó niño. Creció para cumplir una misión. Vino para estar entre nosotros:
… quien, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo y tomó forma de siervo, y se hizo semejante a los hombres… Filipenses 2:6-7 RVC
Los primeros testigos.
Nos alegramos, como los primeros testigos, del Nacimiento de Uno que venía para ser salvación y revelación de Dios. El anciano Simeón fue uno de ellos, y cuando lo vió, se alegró profundamente, declarando la misión del niño.
Él es una luz para revelar a Dios a las naciones, ¡y es la gloria de tu pueblo Israel! Lucas 2:32 NTV
Vino para enseñarnos a ser como El.
Entonces Jesús les dijo una vez más: La paz sea con ustedes. Así como el Padre me envió, también yo los envío a ustedes. Juan 20:21 RVC
Ser como El, y hacer las cosas como El. La encarnación lo hizo tan semejante a nosotros, que los apóstoles como Juan no cesaban de afirmar que lo vieron, estuvieron con El y lo palparon. La misión tenía que ver con encarnación, estar entre las personas de todo estrato, color, raza, costumbres, y que no haya dificultad para atraerlos a Dios. El apóstol Pablo nos llama Embajadores… “como si Dios rogase por medio de nosotros, reconciliaos con Dios”. (2 Co. 5:20). Navidad es un desafío para encarnarnos en los niños, los jóvenes, los indigentes, los de la tercera edad, el trabajador, el vecino del barrio. Nuestra comunidad aledaña, de Pueblo Nuevo, parece no tener acceso a los miembros del Shaddai, no parecen tener interés en saber lo que ocurre en nuestro templo ni en entablar acercamientos con nosotros. Nos toca seguir el ejemplo de la encarnación.
Jesús encarnado, se hizo cercano.
Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado. Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro. Hebreos 4:15-16
La Navidad parece ser de los niños, pero también es de los adultos. Los medios de comunicación resaltan mensajes humanistas hermosos de amor y comprensión entre los hombres. Pero el mundo no cambia con este esfuerzo. Que Dios nos afine, en que, mientras celebramos el advenimiento del Salvador del Mundo, honremos su memoria de la mejor manera, acerquémonos a Él, y acerquemos a quienes nos rodean, al Trono de Gracia, para que todos alcancemos misericordia en estos tiempos difíciles que estamos viviendo.
Celebramos, pero no edificamos mucho entre arbolitos, nacimientos y guirnaldas… edificamos y salvamos siendo enviados, como el Verbo Encarnado.