LA ESENCIA DEL LLAMADO
Había en mi corazón como un fuego ardiente metido en mis huesos…
- Jeremías 20:9 -
Creo que hay una competencia de símbolos o lenguaje alegórico para expresar lo que sucede en la vida interior de los que tienen una relación con Dios, en especial con los que esa relación ha pasado a un nivel más profundo, como los que tienen un llamado. Las palabras “entrañas”, “corazón” y “huesos”, cobran un significado bíblico y espiritual tan importante, que debe ser explorado con ojos y mentalidad espiritual para recibir todo su valor. Esto nos ayudaría a entender muchas lecciones y direcciones que necesitamos en este nuevo año 2020.
Para algunos en nuestra iglesia, ya se ha vuelto una desidia, una irresponsabilidad para con Dios y con su salvación el que no hayamos desarrollado una relación más profunda, trascendente y significativa con Dios. Están sumamente atrasados, y esto sin duda los pone en situación de peligro de perder su intensidad con Dios, su calidad de vida de oración, su nivel de obediencia, su estado de santidad y como resultado su estancamiento por no lograr encontrarse con el propósito de Dios para sus vidas.
El contexto de Jeremías, por lo menos los versículos 20:7-11 (léalo por favor) son toda una identificación de aquel que ha sido llamado. Él tiene algo por dentro que “bulle” en su interior como una olla de agua hirviente. Jeremías tiene:
Una seducción interior divina – “Me sedujiste, oh Jehová…”
Una fuerza interior independiente de el – “más fuerte fuiste que yo”
Una lucha interior entre su egocentrismo y lo que está sucediendo fuera de su piel, que es hiriente, negativo, humillante y su natural sentido de vergüenza –“cada día he sido escarnecido, cada cual se burla de mi…”
Una “palabra” interior, que, en su experiencia, cada vez que la exterioriza le ocasiona problemas – “porque la palabra de Jehová me ha sido para afrenta y escarnio cada día…”
Un “fuego interior ardiente” – “metido en mis huesos…”
Pastor, ¿Cómo es el llamado de Dios?... Bueno… comencemos con Jeremías…
Aunque muchas cosas sucedan alrededor de uno que confirman, ya sea leve o fuertemente, que Dios “tiene algo especial conmigo”, lo verdadero, lo contundente, lo que permanece y sostiene hasta el último día no viene de afuera, viene de adentro… donde nadie sino solo TU Y DIOS pueden confirmar. En ese nivel estaremos solos, pero no “tan” solos, sino acompañados por el que verdaderamente interesa: ¡DIOS!
Lo que pase afuera es lo que más duele, humilla, pone dudas, irrita, ofende y lleva a decisiones incorrectas, porque afectan el EGO, la carne, la fama, la imagen… cosas sin valor eterno. Mire:
(YO) “Me sedujiste… más fuerte que yo, he sido escarnecido, se burlan de mi… la palabra me ha sido afrenta… no me acordaré más de él…” En esto sí que parecemos ovejas: “meeee”.
(ELLOS) “Oí la murmuración de muchos… mis amigos miraban si claudicaría…"
A medida que la influencia exterior subía su tono, o que la fijación en sus propios sentimientos y emociones negativas aumentaba, la temperatura de un FUEGO INTERIOR, -que solo viene de Dios- iba en aumento, hasta que el profeta solo pudo concentrarse en él, o sea en el fuego, o sea EN DIOS.
El último versículo, (v.11) refleja el resultado que se esperaría en todo aquel que es verdaderamente llamado, siempre terminará en victoria, la victoria del FUEGO INTERIOR.
Mas Jehová está conmigo como poderoso gigante; por tanto, los que me persiguen tropezarán, y no prevalecerán; serán avergonzados en gran manera, porque no prosperarán; tendrán perpetua confusión que jamás será olvidada.
¿Cómo es el llamado? Haga su propia definición, saque sus propias conclusiones.