LA TERAPIA DE DIOS
El profeta Jeremías se daba cuenta de la necesidad de una acción de parte de Dios para beneficiar a su pueblo con una completa restauración. La iniciativa de Dios es una promesa de que, aunque el pueblo iba a ser pasado por horno de prueba y juicios que caerían por sus malas conductas, El, finalmente, vendría para recoger los pedazos dispersos, juntarlos, sanarlos y darles vida. De eso se trata la invitación de este año a creer en el Dios que viene a sacarnos de un largo período de estar arrinconados por la incapacidad, la culpa, la acusación propia, el estancamiento, el enfriamiento espiritual. El Señor ya ha comenzado la restauración, y por su Espíritu, veremos la medicina divina descender del cielo para sanar heridas.
Terapia es el tratamiento para combatir una enfermedad, para corregir algún defecto, para reencausar cosas desviadas, para unir partes en conflicto, para aclarar confusiones o malos entendimientos que hacen daño, para encontrar la causa o raíz de un conflicto o disfuncionalidad, para aplicar los medicamentos o correctivos necesarios, volver a la normalidad y reiniciar procesos mejor encaminados. Bueno, no terminaríamos el largo listado de definiciones y usos de la terapia.
Para mí, como pastor, hablo muy en serio cuando digo que Dios le dará un trato individual a todo el que se quiera exponer al Medico Divino, orando, humillándose y creyéndole. Los mensajes desde el púlpito no serán solo para aprender o inspirarse. Serán para ir al dispensario, a la clínica, al hospital, a la sala de operaciones del altar personal o del llamado congregacional y exponerse a la Terapia Divina. Estoy muy seguro de que una mayoría va a ser reparado, reencausado, corregido, quebrantado, herido por Dios, pero para experimentar que Dios cumple su promesa de que nos sanará, medicará, pero nos curará y nos revelará paz y verdad.
Ya nuestro dolor, que cargamos sobre nuestros hombros, no pasará inadvertido para Dios, ni nuestra incapacidad de alcanzar y construir lo que es sano y correcto Dios hará su grande y poderosa obra. Nada ni nadie nos arrinconará más en el rincón de la culpa viviendo como si nuestro estilo de vida fuera solo vivir sacrificados, enfermos, cojeando, sordos, sacrificios que muchas veces no son dirigidos por el amor de Dios sino por el amor humano, que poco o ningún fruto produce para la gloria de Dios y el bienestar humano duradero. Nuestro estilo de vida debe ser y será el de la libertad, la paz, el de amar con el amor que Dios ha derramado en nuestros corazones. Si hacemos sacrificios por los demás serán impulsados por el Espíritu Santo, para que cuenten en el cielo y para que produzcan los resultados para los cuales tales sacrificios fueron dirigidos por Dios. Entremos prontamente a la Terapia de Dios, él ha dicho que nos curará.
- Rev. Jorge Echazábal C.