QUE LAS NACIONES ADOREN

¿Quién no te temerá oh, Señor? ¿y glorificará tu nombre? pues solo tú eres santo; por lo cual todas las naciones vendrán y te adorarán, porque tus juicios se han manifestado.  - Apocalipsis 15:4 -

Esta cita de la profecía de apocalipsis habla de la expresión de alabanza de un grupo de personas que han alcanzado la victoria después de la Gran Tribulación y hace una referencia previa al cántico de Moisés. Muy probablemente el que aparece en Éxodo capítulo 15, donde alaba a Dios, junto a su hermana María por la victoria que le dio a Israel sobre el ejército de faraón.

Algunos estudiosos de los acontecimientos finales indican también que el capítulo 15 de Apocalipsis es una ampliación de los eventos que se describen anteriormente en el capitulo 5 donde también aparece un canto nuevo conocido como el canto del Cordero y una gran multitud que adora frente al mar de cristal.

Ambos pasajes tienen su punto focal en un pueblo que adora por como Dios los ha librado de los juicios y cómo las naciones se unen a esta adoración.  “…con tu sangre nos has redimido para Dios, de todo linaje y lengua y pueblo y nación…” Apoc. 5:9  “…todas las naciones vendrán y te adorarán” Apoc. 15:4

Dios siempre ha tomado en cuenta a las naciones para mostrarles su misericordia. De hecho, nosotros como iglesia latina también formamos parte de aquellos que cómo “rama injertada” han sido beneficiados por la gloria de Dios. Cuando pensamos en el propósito eterno de Dios, inevitablemente debemos considerar a aquellos que se encuentran en lugares de difícil acceso o de acceso creativo. En la visión de Juan se ven personas de toda tribu, pueblo, lengua y nación formando parte de aquella multitud de adoradores que han vencido. Por lo cual la iglesia latina tiene la enorme responsabilidad de enviar obreros hasta lo último de la tierra, para poder alcanzar a los no alcanzados y permitirles también ser parte de los redimidos. Poder retribuir con gracia lo que de gratis hemos recibido.

Las naciones esperan oír que alguien les predique sobre la buena noticia del evangelio para poder ellas también unirse al coro de los asombrados por las maravillas de Dios.

Aún son muchos los que no le conocen. Se estima que 3370 millones de personas (casi la mitad de la población mundial) aún no han oído hablar de Jesús. Si el fin llegase hoy serían asombrados, más bien por los terribles juicios de Dios hacia la humanidad que no ha querido reconocerlo como Señor y Salvador. Nosotros como discípulos de Jesus somos los responsables de extender su Gloria. Que nuestra oración sea la del salmista en el Salmo 67 “Dios tenga misericordia de nosotros, y nos bendiga; haga resplandecer su rostro sobre nosotros; para que sea conocido en la tierra tu camino y en todas las naciones tu salvación.”